No es ni río ni mar, sino una desembocadura cuya salinidad varía en función de las corrientes oceánicas.
No es el Caribe ni ninguno de los dos trópicos, que aquí hay estaciones (cuatro) y el invierno ya está durando más de la cuenta...
Aunque los días se alargan y la luz va cambian tímida, anunciando explosiones de árboles y flores y la ciudad volverá a ser tan verde y brillante como cuando llegué...
Ciudad bosque en primavera
1 comentario:
Espectacular puesta de sol desde el besódromo, donde besar -por no hablar demeter mano a diestro y siniestro, siempre vigilando el cambio de marchas- debe adquirir un nuevo y radiante significado, así como de comedia romántica en tecnicolor, un tanto saturada en los tonos cálidos.
Qué paseo tan bonito el de aquel día: Pocitos asumiendo el viento de "viraso" que cambia el estuario de color, Mary Poppyns trepando por debajo de algún prócer de metal, el faro guiando a los navegantes y la bahía perfilada por cientos de lucecitas en el comienzo de la noche.
Gracias, nena; muchísimas gracias por ese y otros momentos.
Publicar un comentario