14 septiembre 2008


No es ni río ni mar, sino una desembocadura cuya salinidad varía en función de las corrientes oceánicas.
No es el Caribe ni ninguno de los dos trópicos, que aquí hay estaciones (cuatro) y el invierno ya está durando más de la cuenta...
Aunque los días se alargan y la luz va cambian tímida, anunciando explosiones de árboles y flores y la ciudad volverá a ser tan verde y brillante como cuando llegué...
Ciudad bosque en primavera

1 comentario:

La oveja magenta dijo...

Espectacular puesta de sol desde el besódromo, donde besar -por no hablar demeter mano a diestro y siniestro, siempre vigilando el cambio de marchas- debe adquirir un nuevo y radiante significado, así como de comedia romántica en tecnicolor, un tanto saturada en los tonos cálidos.
Qué paseo tan bonito el de aquel día: Pocitos asumiendo el viento de "viraso" que cambia el estuario de color, Mary Poppyns trepando por debajo de algún prócer de metal, el faro guiando a los navegantes y la bahía perfilada por cientos de lucecitas en el comienzo de la noche.
Gracias, nena; muchísimas gracias por ese y otros momentos.