12 abril 2008


Busquemos lugares en los que el tiempo esté detenido, disfracémonos con vestidos largos o trajes de chaqueta y sombreros, revolvamos con desgana el café y juguemos con su espuma, pidámonos un trago si el ánimo lo aconseja, leamos reposadamente, comamos lo que nos aspeteza y respiremos hondo, cerremos los ojos y no nos perdamos detalle de lo que tenemos alrededor.

Alrededor tenemos mesas de roble y mármol, camareros con parajarita y mandil blanco, vidrieras y lámparas coloridas, espejos añejos, turistas guiris con la guía Lonely Planet en la mano, cortinas de terciopelo granate, un piano y un escenario tanguero, una bodega con mesas de billar, señoras operadas iguales a Isabelita Perón (a la que, obviamente, no se le ocurre pisar suelo argentino porque está pendiente de procesamiento judicial), cientos de fotos viejas en las paredes con retratos que transportan y la promesa de estar pisando el suelo que ya pisaron la lánguida y melancólica Alfonsina Storni o el universal Federico García Lorca y su actriz y amiga Margarita Xirgu.
CAFÉ TORTONI (1858)
Avenida de Mayo, 825
Buenos Aires
Muy cerca de la Catedral, el Cabildo, la Plaza de Mayo y la Casa Rosada
Fotos y datos históricos obtenidos de la web del café: http://www.cafetortoni.com.ar/html/tortoni.html

2 comentarios:

Ceceda dijo...

tengo un dilema, ¿llevo pluma en el sombrero?, ¿pongo un velo?. Voy a releer a Alfonsina y así la entrada al Tortoni será a golpe de verso, prometo recordar por lo menos una estrofa.

La oveja magenta dijo...

Mi envidia aumenta al mismo ritmo que mi fiebre y las ganas por seguir disfrutando de tu relato porteño y de tus fotos. Estoy malucha, pero prometo más chicha en cuanto me despierte de la siesta y el ibuprofeno me haga efecto. Gracias por tu e-mail de felicitación. Te adelentaste un día, pero así conseguiste ser la primera. Besos mil, corazón.