14 mayo 2010

Primaveras

Hay muchos a los que les falta un verano, otros están a las menos cuarto, hay quien carece de un hervor o perdió un tornillo, tuerca o las visagras completas de la puerta. A mí, con el año trasatlántico y las idas y venidas desde el Sur del Sur, me sobra un invierno en la cuenta.
Hay lugares del mundo en los que se vive sin cambios de estaciones, en un continuo jolgorio de calor y sol y playa y arena y tormentas ecuatoriales que en lugar de refrescar apegotan de la humedad. En otros lugares lo que son perpetuas son las nieves y los fríos.
La pasada Semana Santa se me ocurrió decirle a un finlandés que aquí el invierno era muy laaaaargo y el pobre, con cara de santo bendito (de niño Jesús dijo alguna), abrió enormes sus ojos, miró hacia el cielo tan azulísimo que nos alumbraba en una terraza en las que estábamos tomando una sidra y me dijo: "Entiendo de lo que hablas". Aunque su mirada más bien respondía: "¿Cómo narices se atreve esta tía a hablarme a mí de inviernos?".
Pero es un chaval educao, muy nórdico y muy correcto.
Esta última semana todo el mundo te habla del tiempo. Está claro que es el tema universal más socorrido, un clasicazo, tanto que está acaparando esta entrada de hoy del blog, pero la gente tiene ganinas de sol y de terraceo, de guardar de una vez las botas en el armario -al menos hasta septiembre- y de airear brazos y piernas.
Con la que está cayendo en todos los ámbitos ya podía darnos un pelín de tregua el cielo.
Así a lo mejor hablábamos de lo que realmente importa.

3 comentarios:

Tiny dancer dijo...

Parece que ni lloviendo a cántaros en el sentido más literal cambian o mejoran las cosas.

rose dijo...

Pues sí, guapa, ya tenemos ganas de sol. A mí me salen manchas en la cara y mis pecas se acentúan, pero prefiero eso al invierno castellano.
;)
Bss

Lore! dijo...

Ay, ay, cuando se esta lejos de la tierrina como que se echa de menos todo. Yo por lo menos he tenido suficiente nieve para por lo menos cinco años.