16 noviembre 2008

02. "Una última foto y ya salgo"


Eso debía de estar diciendo el intrépido naúfrago que sacó esta instantánea en 1930, mientras el crucero "Monte Cervantes" vivía sus últimos minutos a flote frente al mítico faro de Les Eclaires, en el canal Beagle de Ushuaia.
Y es que con esas aguas, esas montañas, esos islotes, el cielo que parece que está más cerca que en ninguna otra parte del mundo, ese azote del viento constante... ¿Quién podría resistirse a inmortalizar el momento? O a conducir el barco un rato, jejeje.

Dicen los de Ushuaia (no sé si serán "ushuaianos" pero "fueguinos" lo son los de toda la provincia y me encanta el gentilicio) que allí todos los que llegan son norteños y es que más al sur no hay ninguna población habitada. A unos 1000 kms la Antártida y sus bases ciéntificas pero después... la nada más helada e inhóspita.
En las calles de Ushuaia se pueden encontrar ofertas de pasajes al continente polar. La próxima salida es en enero. El barco hace parada en las Malvinas y por poco más de 4.500 dólares puedes comprar el pasaje (¿dudabais que lo fuese a preguntar?).
Lo más al sur que pensaba llegar en este viaje era hasta Río Gallegos (ciudad que ya nombré en la entrada anterior y por la que reitero mi más auténtico rechazo... Por cierto, si alguna vez encontráis algún mapa en el que yo haya puesto una cruz roja sobre esta ciudad será porque es el único punto del planeta donde NO quiero que acaben mis cenizas y no al revés, ¿ok?).
Desde allí al intención era subir hacia Península Valdés pero todo el mundo pasa por Río Gallegos para continuar hacia Ushuaia y las ganas pudieron a la cordura de una ruta milimétricamente planificada. Le dimos un poco de improvisación al recorrido y, aunque al final hubo algún problema con las conexiones de los vuelos, mereció la pena, aunque sólo fuese para decir que gracias a mi torpeza natural senté el pandero en el parque nacional más austral del globo.

Las iniciales 9 horas de recorrido se convirtieron en 12, que se hicieron bastante pesadas una vez que cayó la noche, pero que nos permitieron disfrutar de un paisaje árido, inmenso y lleno de animales, además de transitar unos cuantos kilómetros por Chile (con sellos de entrada y salida incluidos en el pasaporte) y cruzar el Estrecho de Magallanes.


En una familia con tanta fijación por el mar y por los viajes este punto del mapa es una referencia desde la infancia. No recuerdo cuándo sería la primera vez que lo oí nombrar o que me contaron el porqué los marineros se ponían un pendiente al unir los dos océanos (bien por aquí o doblando el Cabo de Hornos), pero lo cierto es que siempre ha estado ahí como frontera lejana e insondable.
No me lo podía creer y mientras que el resto de compañeros del autobús se guarecían en uno de los compartimentos de la barcaza habilitados para los pasajeros yo crucé en la cubierta (bien abrigadita), junto a un asiático solitario con gorro nepalí y una francesa que grababa imágenes con una cámara bastante profesional.

Ya desde la frontera queda bien claro que esta provincia argentina incluye la Antártida y las islas del Atlántico Sur, entre las que indiscutiblemente las Malvinas son las más famosas, recordadas y reclamadas.

El aeropuerto de Ushuaia tiene una bandera en exposición dentro de una vitrina con una placa del año 2000 que reza: "Bandera nacional entregada en custodia a la Fuerza Aérea argentina por el centro de ex combatientes de Ushuaia hasta que pueda ser izada en nuestras Islas Malvinas".
La guerra fue hace 26 años y las heridas aún no se curaron. De hecho, desde mi primera visita a Buenos Aires en abril hasta ahora, siete meses después, siguen de acampada en la mítica Plaza de Mayo veteranos de ese conflicto que piden reconocimiento y respaldo institucional.
Imprescindible la película "Iluminados por el fuego" que ganó el premio Goya en 2005 y este documental (en dos partes) que emitieron este año en uno de los pocos programas que veo por la tele (el argentino TVR):




6 comentarios:

obaobab dijo...

no esperaba menos de tí, que te fueras tan lejos y no te cayeras!!!!!jjajajjaja.
si es que una esté donde esté, sigue teniendo ese don para enredarse con sus propios pies, eso es único!!!(que yo sepa),
besín

Ceceda dijo...

me gusta mucho eso de mezclar viaje con historia y sobre todo las apostillas que mueven conciencias; pues con los videos acabas planteándote lo engañados que vivimos los pobres ciudadanos de a pie. Cualquier día me apunto a una " revolución" no sé a cual pero lo voy pensando....

Helena dijo...

Una de las pelis que tengo que ver, "Liverpool", tiene que ver con Usuhaia, asi que me acordaré de ti.
Besus.

Tiny dancer dijo...

Mire usted señorita,

Entre todo lo que estoy descubriendo, gracias a mi experiencia como profesora de español, sobre ese continente -- o parte del continente, según quién sea el hablante -- del que creemos saber bastante y del que no sabemos nada; y sus fotos e historias... me muerdo de ganas de coger la motocicleta como hizo Ernesto -- o lo que hayas cogido tú para tu viaje -- y pasarme unos cuantos meses mochileando por el cono sur.

¡¡Qué corta es la vida para lo grande que es el mundo!!

Anónimo dijo...

El sello de Chile en el pasaporte no cuentaaaa! sólo estuviste un ratito, tendrías que venir a Santiago para que realmente cuente como visita! ;)! un besitooo!

piedra_de_sol dijo...

Cuando estudié Comunicación Audiovisual (de rebote, pura estrategia, solo el segundo ciclo... para en dos años ser licenciada y tener la puerta abierta al doctorado)... un profe me insistía en que dejara la fisioterapia, que lo mio era aquello... y mira, ahora mismo no las tengo todas conmigo, jeje.

Un besote!!